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Diosa del Maguey

MAGUEY O AGAVE



Maguey es una palabra de origen antillano que denominaba al aloe o sávila. Los españoles la tomaron para llamar así a todas las plantas parecidas que fueron encontrando a su paso.

Agave es el nombre científico que le dio al maguey el naturalista sueco Carlos de Linneo a mediados del siglo XVIII (del vocablo grecolatino agavus). En lengua náhuatl el maguey es llamado “metl” o “mexcalmetl”.

Las palabras maguey y agave son sinónimos. La diferencia está en el uso que se le da a la planta. La sábila (o aloe) es aquella que se utiliza para fabricar aceites o jabones. El henequén (agave fourcroydes) es la que se usa para producir fibras. Del maguey se produce el pulque, bebida fermentada muy popular en México y de baja graduación alcohólica (maguey manso o agave atrovirens Kawr). El agave es la planta de cuyos jugos fermentados y luego destilados se obtiene el mezcal o el tequila.

Hay más de cien variedades de magueyes o agaves. Son plantas hermafroditas y monocotiledóneas, es decir que su semilla es indivisible, como el maíz. Si bien de aspecto son parecidas a los cactus, pertenecen a otra familia, las amarilidáceas.

Solo en México existen más de cien especies, una veintena de subespecies y casi treinta variedades, con formas y tamaños diferentes. Encontramos desde el más pequeño “henequén” o el agave deserti de Baja California, cuyas hojas solo tienen 30 cm. de largo, hasta el más grande que crece en el centro del país que llega a tener un diámetro de 10 metros y una altura de 3 metros.

Tienen forma de piña (o ananá) de la cual salen sus hojas o pencas, a veces rectas y otras dobladas de manera caprichosa, carnosas pero duras, de bordes espinosos, a veces de color amarillo, y con una púa en la punta. Sus flores (llamadas quiotes) llegan a medir 12 metros. El color va desde el verde claro hasta el verde oscuro casi púrpura, pasando por varios tonos de azul.

Se reproducen de dos maneras. Una forma es cortar sus flores, quitar los pétalos, ya que en cada una de ellas se forma una yema que da origen a un hijuelo (un quiote puede dar de 550 a 2500).

La otra es a partir de un rizoma que sale de la base de la planta que al estar a ras del suelo, le da el sol y entonces crece una yema que da origen a un hijuelo (desde su primer año, la planta da de 8 a 15 hijuelos, por lo cual es importante mantener el terreno desmalezado).

En ambos casos se siembran estos hijuelos en invernaderos hasta que den raíces (de 3 a 4 años). Luego son transplantados al lugar definitivo hasta que alcancen el tamaño necesario para cosecharlos (tardan alrededor de 7 años en desarrollarse).

Convertirán en pulquería representación de Tlaxcala en el DF

Convertirán en pulquería representación de Tlaxcala en el DF

Juan Carlos Castellanos C./Notimex
El Universal
Viernes 13 de febrero de 2009
Será el cartonista "Rius" el responsable del cambio * El inmueble alberga "Africanismos. Diálogos entre México y Africa"
La encargada de esa sede, Bertha Leticia Rosette Solís, explicó que el cambio radical en el uso de suelo asignado al inmueble ubicado en la calle de San Ildefonso, en el Centro Histórico de esta ciudad, se deberá a la presentación del libro "Somos hijos del maguey" , de Eduardo del Río, "Rius" .

En entrevista, explicó que dicho día habrá como botana molcajetes de salsa bien picosa y hartas tortillas para los asistentes, quienes degustarán de los más caros y finos pulques jamás servidos en pulquería alguna de esta ciudad.

Puntualizó que "ese día tendremos la fortuna de ser anfitriones de la presentación del libro `Somos hijos del maguey', de Eduardo del Río, `Rius', quien trabajó ese volumen junto con Corina Salazar, y por eso esta representación se convertirá en pulquería" .

Dijo que, para acabar pronto, el edificio será transformado en una "pulcata tradicional" , con tablones, música en vivo que le dará vida al evento y como ambientación, "magueyes reales, traídos directamente del estado de Tlaxcala, con lo que pretendemos exaltar el homenaje que haremos a esa bebida" .

Por otro lado, consideró que hoy está de moda el africanismo, "un ejemplo es lo sucedido el pasado 4 de noviembre, cuando el pueblo estadounidense voto libremente por Barack Obama, de origen africano, a quien no hace mucho tiempo el racismo impedía el acceso a los restaurantes de Washington" .

La representante del gobierno de Tlaxcala en el Distrito Federal señaló lo anterior al comentar la exposición "Africanismos. Diálogos entre México y Africa" , que anoche abrió sus puertas en la sede, una muestra que se presenta con una bien depurada técnica museográfica.

Subrayó que Tlaxcala, como parte de una República que se ha definido por su política amistosa con los demás países del orbe, "se encuentra altamente interesada en profundizar esos lazos de amistad que nos unen con Angola, Argelia, Marruecos y otras naciones africanas" .

En este caso se aprovechó una muestra gráfica "para hacer crecer esa vinculación con Africa. La exposición refleja la admiración que sienten los jóvenes artistas mexicanos por ese continente enigmático con el que guardamos muchas relaciones" .

La exposición "Africanismos. Diálogos entre México y Africa" se integra de 20 óleos, temples, acrílicos y pasteles del artista plástico Alejandro Carballo, y forma parte del amplio programa cultural que ha preparado la institución, reveló Rosette Solís.

Gusanos de maguey, un manjar

Gusanos de maguey, un manjar

El gusano blanco de maguey, alimento de emperadores aztecas y asombro de los primeros españoles en América, tiene en los estados de México, Hidalgo y Tlaxcala a sus mayores productores.

Sin embargo, este alimento está en peligro de extinción, por el saqueo de que son víctimas los productores de la planta.

El gusano de maguey -acentrocneme hesperiaris- fue descrito en el siglo XIX por el científico alemán Alexander Von Humboldt como "la más sutil de todas las producciones que la naturaleza ha concedido a los pueblos de América septentrional".


Un enviado del rey Juan Carlos V de España a América se expresó así en 1519 respecto al maguey: "Nunca la naturaleza ha reunido en un solo vegetal tantos elementos susceptibles de satisfacer las necesidades del hombre".

Sin embargo, actualmente, esta exquisita producción se enfrenta al reto de sobr

La Confederación Nacional Campesina (CNC) denunció en 2006 que cerca de 400 familias que se dedican al cultivo del maguey son víctimas de "saqueadores", que cada mes provocan daños a 500 mil plantas en 17 estrados productores.


Denuncian saqueos

Según la Unión Nacional de Productores de Maguey y el Nopal, "bandidos asaltan a mano armada a los productores para que les entreguemos el corazón y las pencas de la planta, que son muy cotizadas en la cocina internacional".

La Unión expuso que los "saqueadores" matan las plantas que durante 15 años cuidan los campesinos para su explotación y ahora, ante la disparidad de fuerzas, "vemos impotentes cómo nos son robadas".

Por ello, pidió descongelar la iniciativa de Ley Federal de Protección al Maguey, que tiene como fin proteger a esta planta en todas sus variedades y construir la Comisión Nacional del Maguey como órgano regulador de las actividades económicas que se derivan de la milenaria planta.

Los lugares más comunes del estado de Hidalgo para comer gusanos de maguey son Singuilucan, Santiago de Anaya, Tasquillo, Mineral de la Reforma y Tepeapulco, aunque en la capital Pachuca también se encuentran a disposición, provenientes de esas localidades.

Tlaxcala también es heredero de la preparación del gusano de maguey, pues desde tiempos remotos los elementos gastronómicos básicos de la cocina de esa entidad han sido el maíz y el maguey.

La zona de haciendas pulqueras de Tlaxcala está conformada básicamente por las comunidades de Soltepec, Piedras Negras, El Rosario y Mazaquiahuac, en donde se prepara el gusano de maguey en tacos y con una singular salsa con chiles de la región.

Sus propiedades

Cerca de las pencas inferiores de los magueyes pulqueros se localizan unos orificios, los cuales son la entrada que aprovechan las larvas de la mariposa nocturna para llegar al corazón de la planta, de la cual se alimentan hasta que se convierten en gusanos.

Su extracción es delicada y se lleva a cabo con un gancho fabricado con la orilla de una penca, a la que se deja la espina del extremo para sujetar con ella la cabeza del gusano.

El gusano de maguey, al que se le atribuyen poderes afrodisiacos, constituye uno de los platillos más preciados de la dieta mexicana desde tiempos prehispánicos.

Aunque otras entidades producen el maguey, sólo Hidalgo, Tlaxcala y el Estado de México mantienen la extracción del gusano blanco.

Cuento del Maguey

Cuento del Maguey

El maguey, tan importante en la vida de los aztecas no sólo por el pulque (octli) que extraían de él, sino por los muchos usos industriales para los que servían las hojas y las espinas de la planta, fue deificado con el nombre de Mayahuel, la diosa, que como la Venus del ëfeso, tenía cuatrocientos pechos para alimentar a sus cuatrocientos hijos.

Se contaba un cuento respecto a Mayahuel. Como virgen celosamente guardada y deseable, había estado recluida en un receso del firmamento, guardada por su monstruosa dueña Tzitzímitl. Usando su transfiguración como Viento, Quetzalcóatl fue en una misión a robarse a la joven muchacha de modo que, a través del conocimiento de su secreto, los hombres pudieran vencer su tristeza y, bebiendo octli, aprendieran a danzar y cantar. Con gran astucia, Quetzalcóatl se apoderó de ella y huyó hacia la tierra, perseguido por Tzitzímitl y su cohorte de demonios. En su desesperación, Quetzalcóatl se transformó a sí mismo y a su hermosa carga femenina en árboles. Tuvo éxito en su engaño, pero los demonios lograron desgajar el árbol virgen y separarlo. Posteriormente, de las ramas arruinadas que Quetzalcóatl plantó, nació el maguey, uno de los más importantes renglones en la cultura azteca. El octli en la actualidad, se llama pulque, continúa siendo bebido por el pueblo mexicano.

En la mayoría de sus imágenes la diosa está dentro de la planta o al lado de ella; y como avatar de Tlazolteotl aparece en la lámina 9 del Códice Laud con pechos plenos, las piernas abiertas en posición de parto y sentada sobre una tortuga; en este caso se califica como Ayopechtli "la que tiene su asiento o sede sobre la tortuga"; que en el contexto mexica fue la protectora del parto, "de los vientres maduros que se hacen vida".

 

 

El Maguey

El Maguey

Perteneciente a la Familia:

 

Amaryllidaceae. Esta familia está conformada por más de 120 especies, entre las que destacan Agave potatorum Zucc, Amarilidáceas (Tobalá) y el Agave angustifolia Haw (espadín), ya que por sus características vegetativas al ser transformadas en mezcal, dan una calidad y sabor inconfundible a la bebida.

 

Nombre científico (género y especie):

 

En la actualidad, el término comúnmente utilizado en México para nombrar al agave, es maguey.

Nuestro país es el centro de origen de la familia Agavaceae, a la que pertenecen ocho géneros, entre ellos el género Agave. De las 273 especies descritas de esta familia, que se distribuye en el continente americano –desde Dakota del Norte, EUA, hasta Bolivia y Paraguay– en México se encuentra la mayor diversidad con 205 especies, de las cuales, 151 son endémicas. Los estados más ricos en número de especies son Oaxaca, Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango y Jalisco.

 

Descripción de la planta:

 

Los magueyes son plantas de hojas en roseta, gruesas y carnosas, dispuestas sobre un tallo corto cuya piña inferior no sobresale de la tierra.

La mayor parte de dichas plantas pertenece al género "Agave L.". De éste genero, en México hay más de 400 especies.

 

 ¿Cómo es su reproducción?

 

"El árbol de las maravillas, es el maguey, del que los nuevos o chapetones (como en Indias los llaman), suelen escribir milagros, de que da agua y vino, aceite y vinagre, miel, arrope e hilo, aguja y otras cien cosas". Así escribió el jesuita José de Acosta en su Historia Natural y Moral de las Indias.

Hoy día, como desde hace siglos, los magueyes o agaves con sus imponentes tamaños y extravagantes formas, caracterizan los paisajes de las zonas áridas y semiáridas de nuestro país y contribuyen a la conservación y retención del suelo; en algunas regiones se cultivan delimitando bordos o terrazas para evitar la erosión y el deslave de las tierras. Su cultivo hace posible la ampliación de la productividad agrícola en zonas frías y calientes.

"Son muy agradecidos –comentan los campesinos cuando hablan de ellos– se dan donde quiera que uno los siembra, aunque ya estén marchitos". Los magueyes se reproducen principalmente, por los hijuelos que se desarrollan en la base del tallo de la planta madre, o bien por las semillas que produce la floración; ésta, que ocurre solamente una vez en la vida de un maguey, es el irremediable anuncio de su muerte.

Medio donde habita:

 

El medio donde habita es terrestre, principalmente en las zonas áridas o semiáridas de América.

Tipo de ecosistema donde se encuentra

El Maguey se localiza principalmente en las estepas, esta región natural tiene clima seco, es decir, en esta región las temperaturas son altas durante el verano y muy bajas en el invierno

 

Características del medio físico (luz, temperatura, humedad, etc.)

La estepa es una región poco lluviosa, aunque no tan seca como el desierto. Se caracteriza por tener veranos calurosos e inviernos muy fríos. Tiene dos períodos de lluvias escasas. Las regiones con este clima son secas, porque las montañas que las limitan impiden el paso del aire húmedo de los océanos.

La baja cantidad de lluvia y humedad, crea un ambiente difícil para la existencia de plantas y animales. Un paisaje común de la estepa es una gran llanura con matorrales espinosos y de hojas pequeñas, pastos duros y ralos, arbustos, algunos cactus y magueyes.

¿Cómo se adapta al ambiente para sobrevivir? (mecanismos de adaptación)

Especie cultivada que generalmente se propaga por hijuelos y se trasplanta a las orillas de las milpas, donde se deja crecer para formar las terrazas en los diferentes sistemas agrícolas de laderas. Una vez que florea, éste empieza a morir

Acciones que podemos tomar para la conservación de esta especie

Es recomendable que cuando el maguey suelte sus hijuelos, busquemos un lugar para sembrarlos, ya que se ha demostrado la infinidad de usos que tiene esta planta, por ejemplo, el "agua miel", se usa para curar las inflamaciones. También se dice lo mismo del pulque que sirve para aumentar la sangre.

Las hojas son usadas para curar la gastritis, diabetes, granos enterrados, cicatrizar heridas y para aliviar la tos. Además, se emplea en enfermedades del sistema digestivo, endocrino, heridas y desórdenes del sistema respiratorio y cutáneo.

La recolecta y aprovechamiento de los diferentes productos que provee el maguey, se realizan durante todo el año. El maguey se prepara o capa justo antes de que emerja el escapo floral, para la extracción del aguamiel; éste produce dicho líquido durante 6 a 9 meses, según el cuidado que se le de en el proceso del raspado. Las flores se colectan principalmente en época de secas. Después de florear se pueden cortar las hojas o pencas para la extracción de fibras de mixiote y para la elaboración de la barbacoa. En los meses de abril y mayo, se recolecta también el gusano de maguey que se encuentra refugiado entre el tejido de las hojas, para lo cual, la planta tiene que ser destruida, por eso es recomendable hacerlo después de que el maguey floreció; sin embargo, no siempre se hace esto por la gran demanda del producto.

Anécdota

Crean combustible no contaminante del maguey y la caña de azúcar.

El investigador del IPN, Sergio Trejo Estrada, informó que en Puebla, Tlaxcala e Hidalgo, se desarrollará un proyecto de biotecnología industrial agrícola para obtener un combustible no contaminante del maguey y la caña de azúcar.

El investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Aplicadas del IPN, señaló en entrevista que el proyecto consiste en destilar alcohol de agaves y caña de azúcar. Precisó que en Puebla e Hidalgo, el proyecto tendrá un retraso debido a las contingencias meteorológicas en las zonas donde habrá de impulsarse, pero en Tlaxcala se aplicará en un plazo de dos años en dos ranchos de Nanacamilpa y Calpulalpan.

En esas áreas, comentó, se sembrarán hasta 45 hectáreas de maguey para obtener alcohol carburante a partir de las insulinas y azúcares, que al destilarse se convertirán en el alcohol carburante, cuyo fin es reducir la contaminación ambiental por combustión en automotores.

Explicó que este proyecto ya fue aplicado en pruebas, en el Valle de México, en automóviles de estudiantes del IPN, combinando el alcohol carburante obtenido de la destilación de magueyes y caña de azúcar.

Añadió que se utilizó 10 por ciento de alcohol carburante con 90 por ciento de gasolina, reduciéndose hasta en 50 por ciento la emisión de óxido de carbono y otros gases resultado de la combustión en automotores.

Un beneficio adicional del proyecto, dijo el investigador, es dar utilidad a las áreas sembradas de maguey que se encuentran destinadas a la producción de aguamiel, para pulque y cuya producción ya no es rentable.

Otra anécdota:

La tilma o ayate, especie de capa usada por los primitivos indígenas mexicanos, es el soporte donde se estampó milagrosamente la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1531. Consta de dos lienzos de burda tela de fibra de maguey (agave) de cerca de l.70 mts. por l.05 mts., unidos en el centro por una costura de hilo del mismo origen.

Otra anécdota más:

Muchos autores piensan que la primera sílaba de la palabra México, se origina de la palabra nahuatl metl, maguey. La razón de que esta raíz haya seducido a muchos autores, es que en el Códice Mendocino, el fundador mítico de México es representado como un maguey (metl), sobre la espalda Tzin (tli), esto es, Metzin o Mexitzin. Igualmente, por el hecho que la planta del maguey tiene relación con una agricultura estable.

Comentarios

El maguey es una forma prehispánica de denominar la amplia variedad de agaves.

El uso de los agaves se remonta a la época precolombina, cuando los pueblos indígenas encontraron en esta maravillosa planta una fuente abastecedora de materia prima para elaborar cientos de productos. De las pencas obtenían hilos para tejer costales, tapetes, morrales, ceñidores, redes de pesca y cordeles; las pencas enteras se usaban para techar las casas a modo de tejado, los quiotes secos (tallo floral que alcanza más de tres metros), servían como vigas, como cercas para delimitar terrenos y, además, se puede tomar el jugo que suelta y se tira el gabazo. Las púas o espinas se utilizaban como clavos y como agujas; de las raíces se elaboraban cepillos, escobas y canastas; del jugo del maguey, además de la miel, se obtenía la bebida ritual por excelencia: el pulque, pero también, con el maguey se pueden elaborar otras bebidas como el tequila y el mezcal.

Sin embargo, de esta multiplicidad de usos, sólo unos cuantos han prevalecido y se han transformado a lo largo de la historia.

 

 

 

Haciendas Pulqueras

Haciendas Pulqueras

Recorrido en bici de montaña

A una hora 20 minutos de la ciudad de México, al sureste del estado de Hidalgo, por la autopista a Tulancingo, se encuentra el municipio de Zempoala, en la gran zona magueyera. Es una región llana y desértica, de clima templado-frío, que fue, junto con Apan, una de las zonas de mayor producción pulquera en México.
El octli o pulque tiene su origen en el México prehispánico. Era utilizado por el pueblo mexica como bebida ritual: la que se daba en las bodas, la que tomaban los guerreros vencidos que iban a ser sacrificados, la que se usaba en importantes ceremonias religiosas. A finales del siglo XIX y principios del XX tuvo auge el desarrollo de la industria pulquera en el estado de Hidalgo. Estos gloriosos años de producción pulquera dejaron herencia en la gran cantidad de cascos de haciendas que cultivaban el maguey y producían pulque. Haciendas que en los siglos pasados vieron su mayor esplendor, ahora algunas, casi en ruinas, guardan los secretos y tradiciones del cultivo del maguey y la producción del pulque.
Lo que hace a Zempoala único es la gran cantidad de haciendas —más de diez— y la cercanía entre ellas, aunado a lo sabroso del paisaje, típico mexicano, con gran cantidad de veredas que conectan entre una y otra hacienda. Esto hace una delicia visitarlas en bicicleta de montaña.
Mis amigos y yo —un grupo de seis en total— decidimos aventurarnos en bici por estas tierras que alguna vez se encontraron bajo el control de grupos prehispánicos que, después, a partir de 1541, serían evangelizados por franciscanos. Posteriormente, el área se iría poblando con las grandes haciendas de la colonia; vería estallar las guerras de independencia y la reforma, hasta conocer el auge de la producción pulquera de finales del XIX y principios del XX.



Iniciamos el recorrido temprano, con el aire fresco de una mañana en el campo, y nos dirigimos a una hacienda que a lo lejos semejaba una fortaleza entre magueyes. La rodeamos, observando detalladamente los grandes muros del antiguo casco —todavía en uno de los costados podía observarse la palabra “tienda”: ni más ni menos una típica tienda de raya para los empleados de la hacienda—. Después de contemplar esta gran estructura por fuera, tuvimos la suerte de encontrarnos a los actuales cuidadores de la hacienda, la señora Rosa López y su marido don Teófilo Ortamendi, quienes gentilmente se ofrecieron a dejar por un momento las labores cotidianas del campo y ser nuestros guías para conocer el interior de dicha hacienda. Ésta se llama Tzontecomate y se localiza al norte del cerro de Tempiatillo y al noroeste del cerro Tecajete. El casco está construido sobre una elevación natural en medio de una vasta llanura.
Entramos por un portón de madera y herrería que debió haber sido la puerta de campo por donde los tlachiqueros —recolectores del aguamiel, que, fermentado, da origen al pulque— conducían su cargamento hasta el tinacal. Éste era un local espacioso y bien ventilado que caracterizaba a las haciendas pulqueras, porque era ahí donde se contabilizaba el trabajo de los tlachiqueros, se fermentaba el aguamiel para obtener el pulque y se controlaba su salida para distribuirlo en la ciudad de México.
Doña Rosa nos cuenta que desde 1792 se tienen noticias de la hacienda, que entonces no era sino un rancho. (Posteriormente, este dato lo pudimos comprobar en un documento de la época, una relación de todas las haciendas de la región de Zempoala, que fue entregada al virrey. En ésta, se reconocía como dueña de Tzontecomate a doña María Dolores Terreros, también propietaria de la vecina hacienda de Tecajete.) Sin embargo, de haber sido sólo una pequeña propiedad, la hacienda alcanzaría, en sus mejores tiempos, una extensión de 840 hectáreas.
Doña Rosa no nos supo dar más detalles de los siguientes propietarios, sino hasta 1900, cuando don Alfredo Soto se hizo cargo de la hacienda, y la llevó a su máximo esplendor productivo. Más tarde, en los años veinte, la propiedad fue reducida por las leyes de reparto agrario. A la muerte de don Alfredo, su hijo Fernando se hizo cargo, y prosiguió con la producción del maguey y la tradición charra. “Porque han de saber ustedes —nos comentó doña Rosa— que los charros son originarios del estado de Hidalgo; de aquí, muy cerca, de Apan.” En la década de los setenta, Tzontecomate pasó a manos de sus actuales propietarios, el señor Guillermo, Norma y su familia.
Después de narrarnos esta historia, recorrimos la hacienda. Primero entramos al patio de trabajo, cuya entrada principal se encuentra en el muro que da al poniente. En el muro norte, están la tienda, el tinacal y algunas trojes (almacenes). Las habitaciones del maestro del tinacal, del caporal, del mayor y de algunos trabajadores de confianza se hallan al oriente. A través de un pasillo, llegamos a otro gran patio de trabajo, el cual está rodeado por corrales y caballerizas. Al sur del gran patio principal está la capilla y la casa grande. Entrar a ésta fue algo mágico, irreal, como retroceder en el tiempo, envueltos en un contraste de luces y sombras, el crujir del piso de madera bajo nuestros pies, las paredes blancas, los altos techos, libros antiguos y grandes ventanales con marcos de madera que miran hacia el campo. Hasta la hacienda llegaban unas vías, para transportar el pulque hasta la estación de ferrocarril, mediante un tirado de mulas. Desde ahí, el pulque se conduciría en tren hasta la ciudad de México.
Después de recorrer todo el antiguo casco que, aunque ya no está como en los mejores tiempos, aún conserva mucho del sabor de aquellos días, dimos las gracias a nuestros guías, tomamos las bicis y, a punto de tomar el camino, comprobamos la amabilidad y hospitalidad de la gente de campo: doña Rosa nos ofreció unas tunas recién cortadas, tunas rojas por cierto, y don Teófilo se dispuso a mostrarnos el trabajo que dio origen a estas haciendas, nos enseñó cómo se trabaja el maguey y cómo se recoleta el aguamiel, el cual pudimos probar con su sabor dulce y suave (de ahí su nombre: aguamiel). Era ya pasado el mediodía y no pudimos escapar a la invitación de doña Rosa para un rápido almuerzo. En su casa, que está muy cerca de la hacienda, nos sorprendimos por lo que sería la comida: nada menos que ¡unos tacos de escamol! Los escamoles son la hueva de la hormiga, que se recolecta en sus nidos; luego se prepara y forma parte de los platillos más cotizados de la gastronomía hidalguense. Serán muy cotizados y todo lo que quieran pero, para aquellos que nunca los habíamos probado, constituyó toda una odisea atreverse a comerlos por primera vez; y así, nos animamos y los probamos.


Prepararon los escamoles de dos formas diferentes: una sólo fritos con epazote y la segunda, que estaba deliciosa, en salsa. Para cualquiera de las dos formas, tortillas recién hechas, y, para acompañar la salsa de escamol, nada mejor que flor de maguey frita; y luego a taquear. Todo esto con una buena tasa de aguamiel. Después de este tentenpié, nos despedimos agradeciendo toda aquella amabilidad y ahora sí tomamos el camino para la siguiente hacienda.
El paisaje para los amantes de la naturaleza es increíble. Si te fijas bien puedes identificar varias especies de nopal, unos más gruesos, otros más delgados, con tunas verdes y rojas, biznagas de diferentes tamaños, inmensos magueyes, algunos ya floreando; en fin, un paraíso de cactáceas.
Con el típico viento de la zona, que hace al cielo nublarse y despejarse como por arte de magia, llegamos a la hacienda de Santa Rita del Sauz. Esta hacienda también está amurallada y data de 1623, cuando todavía era un rancho, según nos platicó su actual propietario, don Manuel Rincón Gallardo, a quien lo encontramos rayando a los ahora pocos trabajadores de la propiedad. Desde que adquirió la propiedad, en 1991, don Manuel se ha dedicado poco a poco a restaurarla y a buscar en archivos datos sobre su fundación y sus propietarios. En Santa Rita se encontraba uno de los tinacales más grandes de la región que, junto con el de la hacienda de la Trinidad, era el de mayor producción pulquera en Zempoala. El interior de esta hacienda, actualmente remodelado, deja ver el estilo de vida que se llevaba antiguamente en la región. Además, esta hacienda puede enorgullecerse de ser una de las primeras en establecerse en la región de Zempoala, primero como rancho y después ya como hacienda. Entre los dueños más destacados de la finca, se encuentran doña Josefa Rodríguez de Pinillo, marquesa de Selva Nevada, en 1796, y don Manuel González, de cuya influencia en la región, más adelante nos enteraríamos. Actualmente, la propiedad sigue en proceso de remodelación y además tiene un criadero de avestruces. En las esquinas de su muralla, la hacienda cuenta todavía con dos torreones desde los cuales se puede ver a lo lejos un gran cerro en cuya base se levanta otra hacienda, nuestra siguiente visita.
La propiedad a la que nos dirigimos se encuentra junto a un volcán extinto, con forma cónica y fuertes pendientes, que se le conoce como Cerro de Tecajete. A sus faldas, nace un manantial que, en 1560, dio origen a la construcción de una de las obras de ingeniería más colosales de la Nueva España, un acueducto de 44 kilómetros para llevar agua de Zempoala a Otumba.


La arquitectura de la hacienda del Tecajete es grandiosa. De todas las propiedades visitadas ese día, ésta es la que en mejor estado se encuentra. Está rodeada, al igual que la mayoría de las haciendas pulqueras, por enormes muros, cuyo objetivo era proteger la finca de cualquier agresión. La entrada principal cuenta con una enorme puerta de herrería que conduce a un gran patio de trabajo, en cuyos costados se encuentran dos construcciones gemelas, cada una con puertas de madera y rematadas con dos pequeñas torres. Después nos enteraríamos que una de estas construcciones era el tinacal de la hacienda. Uno de los cuidadores, el señor Hermenegildo Reyes, nos platicó que esta hacienda data de finales del siglo XVII; asimismo, la reconstrucción de la fachada se atribuye a Antonio Rivas Mercado, uno de los arquitectos más destacados de principios del siglo XX, autor del Ángel de la Independencia, en la ciudad de México, y el Teatro Juárez, en Guanajuato. El arquitecto Rivas le dio a la fachada un estilo afrancesado y mudéjar (estilo caracterizado por elementos cristianos y árabes), donde destacan dos grandes torres aplanadas con cal. El interior de la hacienda cuenta con varios patios, todos ellos con fuentes. Las habitaciones, la sala y el comedor están muy bien conservados. Las caballerizas tienen como fondo el Cerro de Tecajete y junto al jagüey, que es un depósito con que cuentan las haciendas para almacenar el agua de lluvia, la hacienda de Tecajete guarda uno de sus más grandes tesoros: el inicio del acueducto del padre Tembleque.
La hacienda de Tecajete ha tenido varios dueños, nos comenta el señor Reyes, pero quizá el más celebre sea don Manuel González y Flores de Balboa (¿recuerdan Santa Rita del Sauz?), presidente de la República de 1880 a 1884, cuyo retrato aún se conserva sobre la chimenea de la sala.
Ya de salida, visitamos la capilla, que aunque no es tan grande como las de otras haciendas de la región, sí es muy acogedora. Las capillas eran muy importantes para las haciendas pulqueras ya que, dentro del proceso de elaboración de la tradicional bebida, los tlachiqueros constantemente hacían plegarias, como el Avemaría, al finalizar la jornada, y alabanzas a la Santísima Trinidad.
Quedamos sorprendidos por lo bien conservada que está la propiedad; esto gracias al cuidado de sus actuales propietarios, la familia Escandón. Pero nuestra mayor sorpresa fue saber que las tres haciendas que visitamos ese día, en algún tiempo, fueron de un mismo dueño, el mismísimo don Manuel González, formando con ello la posesión más grande de la región: unas 3 mil 900 hectáreas. “Ahora sí que hasta donde la vista alcance”, bromeó el señor Reyes.
Eran ya las seis y media de la tarde y la luz del día finalizaba, lo mismo que nuestro recorrido. Subimos las bicicletas a una camioneta que nos esperaba en Tecajete y nos dirigimos al pueblo de Zempoala para ver si podíamos comer algo, ya que con el ajetreo y las emociones del día sólo teníamos en el estómago aquel almuerzo de escamoles y una que otra barra energizante.
Llegamos a Zempoala y preguntamos de algún lugar para comer. Nos sugirieron probar los pastes, que son una especie de empanadas de picadillo, papa e infinidad de rellenos característicos de esta parte del estado de Hidalgo. En Zempoala nos encontramos varias casas que elaboran pastes... No dejes de visitarlas. También nos recomendaron pasar a la tienda de la hacienda Casa Grande que se encuentra en el corazón del pueblo. Cualquier persona te indica cómo llegar. Aquí se encuentra una verdadera “tienda de raya” que todavía funciona, aunque ya no para los peones sino para todo el pueblo.
Después de merendar en Casa Grande emprendimos el regreso a la ciudad de México, agotados pero muy contentos. Decidimos que era necesario una segunda visita a Zempoala para terminar de conocer todas las haciendas de esta bella región.

Las llanuras de Zempoala Hidalgo, albergan verdaderas fortalezas donde en algún tiempo se producía el néctar de los dioses.

De Aguamiel a Pulque
El pulque es el producto de la fermentación de la savia azucarada, o aguamiel, que se obtiene al eliminar el quiote, o brote floral, y hacer una cavidad en el maguey donde se acumula el aguamiel. Las cantidades obtenidas pueden llegar a seis litros diarios durante tres meses. Para que el aguamiel se acumule hay que “raspar” la cavidad, actividad que se realiza por la mañana y por la tarde. Para recogerlo, los tlachiqueros utilizan el acocote, una calabaza alargada que sirve como pipeta de grandes proporciones.
El procedimiento tradicional de elaboración del pulque, que data desde las épocas prehispánicas, consiste en recoger el aguamiel y colocarlo en un recipiente de cuero, donde se lleva a cabo la fermentación provocada por la flora natural del aguamiel. Conforme ésta avanza, es controlada por catadores que vigilan la viscosidad y sabor de la bebida para determinar el momento en que se debe suspender dicha fermentación. Una vez hecho esto, se envasa el pulque en barriles de madera y se distribuye en las pulquerías.

Hacienda Casa Grande
La tienda de Casa Grande cuenta con estantería de madera y con un aparatoso mostrador que en sus mejores tiempos servía para mantener a distancia a la peonada. También cuenta con dos hornos de finales del siglo XIX y principios del XX, donde continúan elaborando un riquísimo pan horneado con leña de pirul que le da un sabor único. Te recomendamos las burras, que son cocoles rellenos con queso y miel; están riquísimos. La tienda de Casa Grande elaboraba productos como refrescos, jabón, velas, pan y comercializaba todo tipo de abarrotes y herramientas con las que abastecía a todas las tiendas de raya de las haciendas vecinas. Actualmente producen y venden escobas de mijo que se exportan a Europa y son muy cotizadas. Si pasas por Casa Grande, pregunta por el propietario, el señor Raúl Enciso, quien, por 40 pesos, te puede dar una visita guiada por Casa Grande, que es verdaderamente una joya con sus muebles y tapices originales, estilo francés, de 1860. Pocas son las haciendas tan bien conservadas en su interior, quizás se deba a que la familia Enciso es la propietaria original.

¿Quién te lleva?
Puedes hacer los recorridos a las haciendas pulqueras por tu cuenta o con guías especiales que te llevan, en bicicleta o sin ella. Pero las haciendas a las que puedes entrar varían, según la disposición de los propietarios, ya que no siempre es fácil el acceso; pero bueno, también esto es parte de la aventura.

con BICI Guías Azteca Turismo Alternativo Tel: (0155) 5554 9288
con BICI ADVENT Ciclismo de montaña Tel: (0155) 5521 4265
sin BICI Ecoaventura Mexicana Tel: (0155) 5521 4265
sin BICI Paseos Culturales del INAH Tel: (0155) 5521 4265

más información en La Secretaría de Turismo de Hidalgo
al tel. lada sin costo 01 800 718 2600

Fuente: Espedición

El maguey, el pulque y la leyenda

El maguey, el pulque y la leyenda

 

La planta del maguey, particularmente la del agave atrovirens, sorprendió a los primeros españoles que llegaron a los territorios de Nueva España. El jesuita Joseph de Acosta publicó en 1590 la Historia Moral y Natural de las Indias; en el capítulo 23 del libro IV recogió las opiniones que sobre el maguey expresaban los ’’chapetones", o sea, los españoles recién llegados a nuestras tierras. Entre los muchos productos señalados como aportaciones del maguey a nuestros antiguos pueblos, se hallaba el ’’arrope", voz de origen árabe que designaba el mosto o jarabe de frutas, incluso el almíbar:

 El árbol de maravillas es el maguey, de que los nuevos o chapetones... suelen escribir milagros, de que da agua y vino, y aceite y vinagre, y miel, y arrope e hilo, y aguja, y otras cien cosas. Es un árbol que en la Nueva España estiman mucho los indios, y de ordinario tienen en su habitación alguno o algunos de este género para ayudar a su vida, y en los campos se da y lo cultivan. Tiene unas hojas anchas y groseras, y el cabo de ellas es una punta aguda y recia, que sirve para prender o asir como alfileres, o para coser, y ésta es la aguja, sacan de la hoja cierta hebra e hilo. El tronco, que es grueso, cuando está tierno le cortan y queda una concavidad grande, donde sube la sustancia de la raíz, y es un licor que se bebe como agua, y es fresco y dulce; este mismo, cocido, se hace como vino, y dejándolo acedar se vuelve vinagre; y apurándolo más al fuego es como miel; y a medio cocer, sirve de arrope, y es de buen sabor y sano; y a mi parecer es mejor que arrope de uvas. Así van cociendo estas otras diferencias de aquel jugo o licor, el cual se da en mucha cuantidad, porque por algún tiempo cada día sacan algunas azumbres de ello.

La palabra maguey es de origen taíno. En náhuatl es metl, nombre vinculado con la voz mayauetl o mayahuel, divinidad femenina asociada con la planta misma y con la embriaguez. Una tradición la relaciona con Quetzalcóatl: el dios le pide que lo acompañe al mundo y al estar en la tierra ambos se convierten en un árbol de dos ramas, lo que sugiere una fusión plena de las dos divinidades. La abuela de Mayahuel llegó al lugar con las tzitzimime, entidades temibles de los aires. Se acercaron al árbol, cortaron la rama que correspondía precisamente a Mayahuel y la comieron. Cuando Quetzalcóatl recobró su forma, recogió los restos de Mayahuetl y los enterró: de ellos surgió el metl, el maguey. Sahagún refiere una versión más: Mayahuel es el nombre de la primera mujer que perforó los magueyes para extraer el aguamiel, base del pulque. Alva Ixtlixóchitl agrega otra: a Quetzalcóatl se le conoció como Ce Acatl Topiltzin, último rey de Tula; en esta versión es hijo de Tecpancaltzin, cuya mujer fue Xóchitl, considerada también la descubridora del pulque.

Fuente: Carlos Montemayor

Que una figura tan relevante como el dios Quetzalcóatl estuviera en la antigüedad ligado en varios sentidos al maguey, a las divinidades femeninas relacionadas con la planta y al consumo del pulque, revela el largo periplo del agave atrovirens en las culturas mesoamericanas. Sahagún consignó la tradición según la cual Quetzalcóatl reinaba sabiamente en Tula, practicando penitencias mediante la punción de ciertas regiones de su cuerpo con púas de maguey. Otros sacerdotes y dioses llegaron a Tula y lograron embriagarlo con pulque, para así desterrarlo. Francisco Javier Clavijero refiere que el reinado de Quetzalcóatl en Tula concluyó porque Tezcaltipoca lo embriagó con pulque. En los Anales de Cuauhtitlán, los ’’demonios" que atacan a Quetzalcóatl cuando reinaba en Tula, fueron Tezcaltipoca, Ihuimécatl y Toltécatl. El tercer engaño al que lo sometieron fue un banquete donde bebió cinco vasijas de pulque. Ya embriagado, lo persuadieron a que invitara a su hermana, Quetzalpétatl, dedicada como él a la penitencia. Ella habitaba en el cerro de Nonohualca y acudió a la invitación; confiada por hallarse junto a su hermano, se embriagó también con cinco jícaras del mismo licor.

El consumo del pulque formó parte de rituales y ceremonias muy extendidas en nuestros antiguos pueblos que se vinculaban con otros órdenes sagrados como el juego de pelota y las ceremonias de curación. La voz pulque proviene del náhuatl poliuhqui, ’’descompuesto", ’’echado a perder", pero en náhuatl se le sigue llamando octli, nombre genérico para ’’vino" o bebida embriagante. A menudo se le llama con las voces neutle o neutli, derivados del náhuatl necuhtli, ’’miel". En ocasiones se le ha designado con otra voz náhuatl: tlachique, sustantivo plural que se aplicaba a oficiales encargados de raspar el maguey y preparar el pulque que se ofrecía durante las ceremonias religiosas; como tales oficiales eran nobles o grandes personajes, a menudo se les llamaba tecutlachique. El diccionario de la lengua náhuatl de Rémi Simeón registra la voz tlachiquilizpan como el ’’tiempo", ’’estación" o ’’época del año" en que se extrae el aguamiel y, asimismo, enlista la voz tlachiquiliztli como ’’raedura", ’’acción de rascar" una cosa.

Un relato del arqueólogo César Lizardi Ramos sobre las excavaciones que dirigió en Huapalcalco, Hidalgo, da cuenta que en el territorio que ahora es Tulancingo se perforaba y raspaba el maguey productor de pulque, el agave atrovirens, desde el siglo quinto antes de nuestra era. Veamos el relato completo:

’’Al excavar los rectángulos del suelo más cercanos al lado poniente del Ruedo del Charro, en capas del Preclásico superior, se halló un utensilio de obsidiana que -lo digo con rubor y remordimiento-, estuvo a punto de perderse, ya que al preguntarme el peón que hacía la excavación, bajo mi vigilancia más esmerada, si guardaba el objeto en la bolsa de recolección, para entonces harto henchida, le contesté ’’no" e hice señas para que lo arrojara lejos. El peón obedeció pero en ese punto pensé que había yo procedido atolondradamente y di contraorden: ’’tráelo acá". El trabajador salió del hoyo excavado, recogió el objeto y me lo dio. Era un utensilio, ¿para cuál uso? El trabajador me lo explicó: era un raspador de maguey. Sus palabras me agitaron: ¿cómo sabía él que aquello era un raspador de maguey? Y si acertaba, ¿no indicaba el hallazgo que se beneficiaba el maguey en el Preclásico Superior, es decir, hacia el siglo V antes de la Era? Y si se beneficiaba el maguey y se extraía el aguamiel, ¿no era ello indicio de que preparaban una bebida parecida, o igual a la que hoy llamamos pulque y que los aztecas llamaban octli?

También podía probarse, o por lo menos insinuarse fundándose en hechos elocuentes, que dicho beneficio era desde entonces muy semejante a como es hoy en día, y que el maguey después de una vida fecunda, durante la cual suministraba al hombre una bebida exquisita y alimenticia, materiales de construcción, medicina y demás, termina finalmente como combustible. En los yacimientos arqueológicos los hemos excavado o por lo menos reconocido, encontramos esas piezas de obsidiana y otros minerales, que los arqueólogos llaman raspadores terminales, junto a cenizas blancas de magueyes antiguos, entre los cuales no es raro el hallar púas de la providente planta.

Y el contemplar esta similitud entre el tlachiquero de hoy y el labriego de hace veinticinco siglos, o más, nos invade una admiración muy honda por este fenómeno de persistencia de costumbres que nos sugiere el juego poderoso de una voluntad de vivir ineluctable, irresistible..."

He mencionado ya la relación del pulque con un elemento esencial de estas viejas culturas: el juego de pelota. Hace tiempo comenté a los lectores de La Jornada que un bajorrelieve del Tajín muestra a un jugador sacrificado pidiendo a las divinidades del inframundo que llene de pulque un amplio recipiente: es un enviado de los seres humanos para suplicar por la abundancia de aguamiel y pulque, por la prodigalidad del maguey, por su protección y cuidado. Las caritas del Tajín llamadas sonrientes, caracterizadas por la irrefrenable risa, acaso representan la alegría primera que la embriaguez del pulque produce. Esa sonrisa sería otra aportación del maguey en la cultura mesoamericana.

Manuel Alvarez Bravo: Ironizar a México

Manuel Alvarez Bravo: Ironizar a México

El fotógrafo de más renombre en América Latina, Manuel Álvarez Bravo es la piedra clave de este arte en México. Cuando empezó a fotografiar en los años veinte y treinta, su capacidad innata fue reconocida por artistas que constituyen un auténtico "quién es quién" de la lente: Edward Weston, Tina Modotti, Paul Strand y Henri Cartier-Bresson. El respeto que engendró fue encapsulado en la respuesta de Cartier-Bresson cuando alguien notó semejanzas entre la imaginería de Álvarez Bravo y la de Weston: "No los compares, Manuel es el verdadero artista". El ojo único de Álvarez Bravo era tal que el fundador del surrealismo, André Breton, lo buscó en 1938 para encargarle una imagen para la portada del catálogo de una exposición surrealista en París (el fotógrafo cumplió con su conocida imagen, La buena fama durmiendo, aunque no la pudieron publicar en la portada por ser un desnudo). A pesar del reconocimiento de tales luminarias, Álvarez Bravo tenía muy poca visibilidad en los Estados Unidos antes de una modesta exhibición de 1971 en el Pasadena Art Museum (California), que luego pasó sin pena ni gloria por el Museum of Modern Art de Nueva York. Exposiciones subsecuentes en la Corcoran Gallery of Art en Washington D.C. (1978) y el Museum of Photographic Arts (San Diego, 1990) hizo a Álvarez Bravo aún más conocido, pero su consagración fue asegurada con su regreso al MOMA de Nueva York en 1997 para su exhibición definitiva de 175 fotos.

Cuando Álvarez Bravo empezó a fotografiar, la efervescencia cultural de la pos-Revolución había desencadenado una búsqueda de identidad nacional y la ardiente cuestión para los fotógrafos fue qué hacer con el exotismo intrínsico del país. Influido quizá por su relación con Weston y Modotti, Álvarez Bravo fue el primer fotógrafo mexicano en adoptar una postura militante de anti-pintoresquismo. Recibió reconocimiento internacional por su obra que llegó a la cumbre de su creatividad entre los años veinte y cincuenta, periodo en el cual desarrolló una compleja manera de representar a su país. Consciente tanto de la extraordinaria variedad de culturas en México como de la forma en que la otredad se convertió casi de manera natural en imágenes estereotipadas, Álvarez Bravo siempre ha nadado a contracorriente de los clichés establecidos, utilizando la ironía visual para contradecir lo que aparentemente decía al principio, para invitar así a quien la mira a la tarea de interpretarle.

Considerese, por ejemplo, Sed pública, la foto de 1934 de un niño campesino tomando agua del pozo del pueblo. Esta imagen contiene todos los elementos necesarios para ser pintoresca: el joven campesino, vestido con calzón blanco típico, se encarama en la fuente deteriorada de su pueblo para tomar el agua que de allí fluye; detrás, una pared de adobe proporciona textura. Pero, la luz en la imagen parece concentrarse en el pie que se encuentra en un primer plano, un pie demasiado particular, demasiado individual para poder representar a los campesinos mexicanos, y así su otredad. Es el pie de este niño, no un pie de campesino típico, y va en contra de las expectativas del pintoresquismo creadas por los otros elementos, "salvando" así la imagen a través de su propia particularidad.

Se puede apreciar una táctica similar en Señor de Papantla (1934), en la cual un indígena está parado frente a la cámara aunque no la mira, con la espalda contra la pared. Aquí, como en la imagen del niño, los elementos presentes en la foto parecerían volverla pintoresca: ropa blanca de campesinos, pies descalzados, pared de adobe, además del sombrero y la bolsa de palma. Sin embargo, una vez que ha despertado nuestra anticipación de lo exótico, Álvarez Bravo va a contracorriente con un arte que rechaza lo fácil. El indígena no se digna mirar a la cámara. Muchas veces se piensa que captar a la gente que mira a la cámara es la estrategia estética más efectiva para representarla de una manera más activa, rescatando su capacidad de actuar en el mundo, y negando así, hasta cierto punto, la tendencia de la cámara de reducirla a la calidad de objeto. Pero aquí, Álvarez Bravo da otra vuelta a la tuerca al presentarnos a un indígena quién, al apartar la mirada, parece decir despectivamente, "Puede sacar todas las fotos que quiera, forastero. ¿A quién le importa lo que usted haga?"

Sed publica
Sed pública.
Manuel Alvarez Bravo 1933
Señor de Papantla
Señor de Papantla.
Manuel Alvarez Bravo 1934

La búsqueda de la mexicanidad le llevó a reconfigurar símbolos nacionales. Por ejemplo, Arena y pinitos es una imagen temprana de los años veinte que demuestra que el joven Álvarez Bravo fue influenciado, no sólo por el pictorialismo, sino también por el enorme interés de aquel entonces en el arte japonés. Infundiendo formas artísticas internacionales con significado mexicano, Álvarez Bravo crea el trasfondo a su "bonsai" con lo que es esencialmente un mini-Popocatepetl, uno de los volcanes que dominan el valle de México. Otro ejemplo es la foto, Colchón, de 1927 de un colchón enrollado. Aquí, decidió no utilizar el "folklórico" petate, con su textura exquisita que proporcionó profundidad a las naturalezas muertas de Weston y Modotti. En su lugar Álvarez Bravo fotografió un colchón moderno, pero con el truco que sus rayas de colores hacen que se parezca a los famosos sarapes de Saltillo. En su imaginería recurrente de los magueyes vemos su interés en jugar con este símbolo ubicuo de la cultura mexicana; en una foto "moderniza" el maguey al hacerlo aparecer como si el pistilo que brota de estas plantas se convirtiera en una antena de televisión.

 

Maguey y pared dentada Maguey y pared dentada. Manuel Alvarez Bravo 1976

 

Obrero asesinado en huelga Manuel Alvares Bravo
Obrero en huelga, asesinado.
Manuel Alvarez Bravo 1934

Siempre se habla de lo político de Álvarez Bravo con relación a su fotografía más famosa, Obrero en huelga asesinado (1934). Sin embargo, aunque el fotógrafo rechaza al nacionalismo oficial tan contundentemente como al pintoresquismo, esta imagen es problemática: su significado está determinado por el título adscrito a ella, el cual podría haber sido influido por el compromiso de Álvarez Bravo con la LEAR (Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios) durante los años treinta. Yo argumentaría que, al contrario, la política de Álvarez Bravo -y su búsqueda de la mexicanidad- se puede encontrar mejor en su acercamiento a la vida cotidiana de los humildes que en comentarios sociales explícitos. Su imaginería es un retrato modesto, casi transparente, de individuos que parecen haber sido "encontrados" en sus habitats naturales en lugar de haber sido "creados" a través de una retórica visual llamativa. La de Álvarez Bravo es una estética sumamente templada que evita la expresividad evidente, una técnica casi invisible diseñada para captar a gente anónima en actividades ordinarias, donde no está ni romantizada ni se vuelve sentimental. Un ejemplo perfecto es La mamá del bolero y el bolero, una imagen exquisita de los años cincuenta en la cual una madre visita a su hijo para llevarle alimentos y comer con él mientras descansa de su tarea de bolear zapatos.

Manuel Álvarez Bravo ha sido una influencia definitiva sobre la fotografía mexicana y latinoamericana. Su rechazo del pintoresquismo fácil, su ironía insistentemente ambigua, y su rescate de la gente común y su subsistencia cotidiana ha marcado un camino de altas exigencias para los fotógrafos de América Latina.

 

Biografía mínima

Nació en el DF el 4 de febrero de 1902. Asistió a escuelas católicas del 1908 al 1914, pero se puso a trabajar en 1915. Empieza a aprender fotografía pidiendo asesoría de proveedores de materiales fotográficos. La llegada de Edward Weston y Tina Modotti en 1923 es crucial para el desarrollo de Álvarez Bravo y compra su primera cámara en 1924. Gana su primer premio en 1931 y decide trabajar de tiempo completo en la fotografía, en parte haciendo foto fija para producciones de cine. Conoce a André Breton en 1938 y su obra es incluida en una exhibición surrealista en París. En 1942, el Museum of Modern Art de Nueva York adquiere las primeras obras de Álvarez Bravo y, en 1955 sus fotos son incluidas en la famosa exhibición, Family of Man, curada por Edward Steichen. Durante 1959, Álvarez Bravo dejó de trabajar en la industria del cine y se volvió fotógrafo de libros de arte importantes para el Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, del cual fue fundador. Álvarez Bravo dejó el Fondo en 1980 para trabajar con el imperio mediático, Televisa, y su colección de fotografía fue exhibida y publicada en tres tomos. En 1996, la colección de Álvarez Bravo se mudó al Centro Fotográfico Álvarez Bravo en Oaxac.

John Mraz